Aunque crear una vacuna puede tomar décadas, en menos de cinco años vimos la acelerada producción de las vacunas para covid 19, algunas de ellas (Pfizer y Moderna) utilizando el ácido ribonucleico mensajero (ARNm) para ayudar a nuestro cuerpo a combatir la infección. Su rápido desarrollo abre una ventana por explorar para el tratamiento con vacunas de otras enfermedades como el cáncer.
El ARN mensajero prepara a las células inmunitarias del cuerpo como llevando un mensaje o correspondencia, les enseña a reconocer y a destruir a los invasores —sean virus o células tumorales, como las del cáncer —. Lo hace al ingresar en las células cercanas del sitio de la inyección para inducir la fabricación de la misma proteína que se encuentra en el virus.
En este episodio de Ciencia en Bicicleta conversaremos sobre las posibilidades de adaptar este mecanismo al desarrollo de vacunas para prevenir o tratar el cáncer, cuando aquello que es extraño para el sistema inmunitario no son bacterias o virus sino las células tumorales, más similares a las células normales o sanas del cuerpo.
“El tumor de cada individuo es, en cierto sentido, único y tiene sus propios antígenos distintivos. Como resultado, se necesitan enfoques más sofisticados para desarrollar vacunas efectivas contra el cáncer”, explicó el neurocirujano especializado en tumores cerebrales e inmunólogo oncológico Gavin P. Dunn para el CRE —Cancer Research Institute—.